Hágase usted con un paño, sitúese frente al espejo, desprenda cinco azarosos vahos y limpie el espejo con esmero. Si aun así persistiera esa imagen, desnúdese, introdúzcase en el espejo, nade hasta la orilla, busque una palmera cocotera y sitúese a su sombra. Al llegar la noche no se asuste ni ponga resistencia cuando acudan unos monos con rostro azulado y largas colas, dance con ellos y déjese llevar. A la mañana siguiente, procure no mirarse en un espejo hasta que se haya lavado las legañas.