Y en el séptimo sueño, despertó.
Vio lo que había, comprendió el desorden y se tornó tan desconfiado que decidió permanecer para siempre con los ojos abiertos.
El monstruo, que está siempre vigilante, no se cansa porque los átomos que lo componen sí pueden dormir y soñar soñar soñar muy profundo que Leviatán les protege del insomnio, de las pesadillas, de los despabilamientos delante del espejo… sin saber que siempre son los monstruos los que acechan.